La invasión de Napoleón a España y la prisión de Fernando VII en 1808 fueron dos factores determinantes de los afanes independentistas de Chile, un período breve pero tan intenso como irrevocable. Al tiempo que se refrendó la autoridad del monarca, el 18 de septiembre de 1810 se proclamó una junta de gobierno.

Durante el período denominado por los historiadores como la Patria Vieja, se creó un cuerpo militar, se instauró un parlamento y se dictó un reglamento constitucional impulsado por el héroe José Miguel Carrera, todo en medio de las disputas entre patriotas y realistas, bando fiel a España que -apoyado desde el virreinato del Perú por sucesivas expediciones armadas- acabó imponiéndose al cabo de cuatro años.

El período de reconquista española (1814-1817) tuvo como ingredientes la propagación de las ideas independentistas entre la ciudadanía –tarea que le cupo, entre otros, el legendario guerrillero Manuel Rodríguez– y la organización desde el exilio en Argentina de una ofensiva final que también incluyera a Perú, por parte de los próceres Bernardo O´Higgins y José de San Martín.

El Ejército Libertador estuvo compuesto por 5.000 hombres que cruzaron a caballo la cordillera de los Andes, divididos en seis columnas para abarcar un espacio de unos 1.000 kilómetros (621 millas), entre las ciudades de Copiapó y Talca, pero concentradas en la arremetida en Santiago.

El 5 de abril de 1818 se desarrolló el último y más significativo de los triunfos independentistas, en la batalla de Maipú, tras lo cual Bernardo O’Higgins fue designado director supremo de la nación.

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